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Por favor, use este identificador para citar o enlazar este ítem: http://hdl.handle.net/10872/12742

Título : Cosa nueva, cosa vieja. El contexto político de la violencia
Autor : Villarroel, Gladys E.
Palabras clave : Democracia, sociedad abierta, populismo, totalitarismo
Fecha de publicación : 2009
Editorial : Editorial Alfa
Citación : Inseguridad y violencia en Venezuela;
Resumen : Este trabajo, a partir de una orientación comprensiva, se propone describir la trayectoria de la democracia venezolana desde 1958 hasta nuestros días y desarrollar una aproximación al carácter del régimen de Hugo Chávez. El trabajo, en primer término, hace un recuento breve de los acontecimientos que la mayoría de los estudiosos encuentran centrales desde el regreso a la democracia en 1958 hasta el año 2007. Sin ninguna ambición esencialista se discute, también, dos categorías conceptuales (populismo y totalitarismo) que han servido para caracterizar al régimen que está actualmente en el poder; así mismo se discutirá una hipótesis sobre el origen de la polarización política, atribuida exclusivamente por algunos analistas a la desigualdad social. En la medida en que se alcancen los propósitos anteriores se irá desarrollando una caracterización de la «naturaleza» del régimen chavista. Respecto a nuestra propia historia democrática la presidencia de Chávez es «cosa nueva», simplemente, porque está dirigiendo el país hacia el pasado autoritario, incivil y anárquico. En ello se diferencia claramente de cualquiera de los gobiernos democráticos que lo antecedieron. De ninguno se pensó que nos llevara hacia atrás. En algunos casos, por el contrario, parecía que íbamos hacia delante. Pero es «cosa vieja» respecto a todos los regímenes democráticos que hemos tenido en Venezuela. El desarrollo del régimen chavista no parece moverse hacia un estado de cosas que proteja o fortalezca el sistema de libertades, que asegure la competencia libre entre alternativas políticas y líderes diferentes, que fortalezca los poderes que hacen contrapeso al poder presidencial, y, aunque se define como una democracia «protagónica y participativa», los espacios de participación con frecuencia se ven cerrados o limitados para quienes se oponen al gobierno. Las creencias jacobinas que sustentan el programa chavista lo distancian enormemente del sentido común cívico y democrático propio de las democracias liberales. Ese hecho es indiscutible. Lo que demuestra la revuelta anti-chavista y la derrota de la Reforma Constitucional en diciembre del 2007 es que ese espíritu se mantiene vivo entre nosotros. ¿Estamos en presencia de un régimen totalitario? Pareciera que no. La existencia misma del movimiento opositor y el hecho que haya conseguido derrotar electoralmente al gobierno son poderosos indicadores para demostrar que la presidencia de Chávez no ha logrado destruir la cultura política democrática que se desarrolló en las décadas posteriores a 1958. Designar el régimen chavista como totalitarismo es un intento de conocer y describir, como dijera Furet, reduciendo lo desconocido a lo conocido. 29  Creo que, para comprender y actuar con mayor eficacia política, estamos obligados a un esfuerzo intelectual más refinado.
URI : http://hdl.handle.net/10872/12742
ISSN : 978-980-354-269-6
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